Pasamos tanto tiempo dándonos la espalda a nosotros mismos que llega un momento en que no nos reconocemos. Hemos pasado por nuestros problemas de puntillas, sin querer levantar mucha polvareda, no vaya a ser que descubramos, que descubran, una mancha en nuestro expediente.
Hemos guardado fotos prohibidas entre hojas de libros leídos en la adolescencia, como flores secas, flores del mal. Hemos ocultado nuestros deseos en una caja de bombones, en el sótano, porque más abajo no se podían guardar.
Hemos escondido a nuestro amante en el armario del vecino, y al verlo salir lo hemos ignorado. También hemos aparentado ser “el hijo, la madre, el esposo” ideal porque eso era lo que esperaban de nosotros.
Hemos vuelto la cabeza cuando alguien lloraba porque no queríamos implicarnos en su dolor fingiendo que no somos cotillas.
Y en ese vaivén de la perfección, en este trasiego de la apariencia, hemos conseguido ser tierra pegada a nuestros propios zapatos.
La entrada de hoy es un pequeño homenaje a este fabuloso pintor belga que el 21 de noviembre hubiera cumplido 11o años.
NO TE DETENGAS
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye...
Walt Whitman