sábado, 28 de febrero de 2009

Me ha tocado un ángel

"El violín de Ingres" Man Ray

Túmbate Dánae y espera a que caliente mis manos.
No estés tensa ¿es tu primera vez?
Lo voy a hacer con mucho cuidado; empezando por aquí, muy cerca de la cintura, y luego ascenderé en semicírculos hasta llegar a tu cuello. Así.
(silencio, respiración agitada)
¿Sabes que tus vértebras parecen teclas de un piano?
(sonrisa)
Relájate, anda, que ya no duele. Siente cómo se deshace tu piel en mis manos.
(silencio de nuevo)
En el cuello sentirás, tal vez, dolor. Pon tus manos debajo de la barbilla para que pueda hacerlo mejor. Buena chica.
(escalofríos)
Aquí también haré semicírculos hasta llegar al nacimiento de tu pelo.
(piel de gallina)
Ahora descansa un poco y vístete despacito. Nos vemos mañana.

Ya espero directamente tumbada boca abajo, con la lámpara de calor rojo sobre mí. Espero ansiosa que abra la puerta y entre. Sólo veo el uniforme blanco acercándose. Pero en cuanto posa sus manos sobre mí sé que es mi ángel.
Las espero (sus manos) como maná, como la tierra prometida, como la Jerusalem Celestis. Me estoy volviendo creyente porque ansío su cercanía con fervor. Es un gozo sobrenatural el que me recorre de arriba abajo; un éxtasis místico. Mi cuerpo se torna hora violín hora piano. Lo afina hasta la perfección. Soy un Stradivarius tumbado, el órgano de la catedral de Colonia, la filarmónica de Viena.
Me ha mirado un tuerto pero cada tarde me acaricia un ángel.


Poemas del alma

No tengo sólo un Ángel
con ala estremecida:
me mecen como al mar
mecen las dos orillas
el Ángel que da el gozo
y el que da la agonía,
el de alas tremolantes
y el de las alas fijas.

Yo sé, cuando amanece,
cuál va a regirme el día,
si el de color de llama
o el color de ceniza,
y me les doy como alga
a la ola, contrita.

Sólo una vez volaron
con las alas unidas:
el día del amor,
el de la Epifanía.

¡Se juntaron
en una sus alas enemigas
y anudaron el nudo
de la muerte y la vida!

Gabriela Mistral

lunes, 9 de febrero de 2009

Contando estrellas

"Baba y Billy" de John Duncan


Aunque la luna estaba casi llena, no me impedía ver un cielo límpido lleno de estrellas. Y comencé a contarlas. Como una letanía contaba y nombraba a todos los amigos o amigas que últimamente han perdido algo muy especial. A mi no me gusta llamarles mascotas. Quizá el no ser madre me haga ver a mis gatas como algo más que animales de compañía. Son mis niñas, las que me ronronean, las que me arañan el sofá, las que pasan sus patas por la cajita de arena como si fuera un jardín zen... Por eso cuando hace un par de años perdí a la mamá de Sardina y Potro, sentí, y sigo sintiendo, que alguien muy especial se me había ido para siempre. No puedo pensar en ella sin que se me humedezcan los ojos. Pirados nos llaman a gente como Duncan, Krid, La pequeña Candi, Gaterona, Danae Rain...
Hoy no os comento nada, simplemente os dedico estas imágenes de seres tan especiales que nos hacen mirar al cielo y desear Seguir contando estrellas.





Oda al gato

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco
se fueron componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.


El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato quiere ser sólo gato
y todo gato
es gato desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.


No hay unidad
como él,
no tienen la luna
ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.

Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos de su gato.


Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.

Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

Pablo Neruda

martes, 3 de febrero de 2009

Malas Mujeres

"Helena de Troya" de Sandys

He tachado otro día en el calendario. Y pienso que tengo menos que ayer pero más que mañana. Dolor. Como el de una madre que ve al asesino de su hijo sentado sonriente y tranquilo en un banquillo. El de una mujer triste que acaba de perder al perro que había criado. El dolor de una persona que no ve su nombre en una lista definitiva de aprobados. El de un trabajador del ladrillo ante su hoja de despido…
El más insignificante sufrimiento duele hoy un poco más que mañana. Para mitigarlo simplemente hay que ir tachando números en un calendario. Ir contando los días que nos quedan hasta el momento en que sólo sea un pequeño tirón en el estómago o una lágrima furtiva que cae al azar.
Seguro que algún dolor sintieron las malas mujeres que hoy me devuelven al espacio exterior. Retratos de mujeres portadoras de un destino trágico, tomadas de la literatura o de la mitología (clásica o nórdica), pero también de la Biblia. Mujeres que fascinaron, por el tópico de la femme fatale, a buena parte de los pintores y escritores de finales del XIX, como es el caso de Frederick Sandys, pintor prerrafaelista poco conocido en España. Estuvo desde un primer momento vinculado al círculo artístico de Rosetti, Millais, y otros, cuya estética compartió. Dante Gabriel Rosetti y él llegaron a ser íntimos amigos y convivieron juntos. Pero pintó poco y nunca llegó a ser tan popular como el resto de los miembros de la Hermandad Prerrafaelita. Hay en Sandys una sombría belleza y un afán por captar el alma de las retratadas, cuyos oscuros designios parece adivinar.
Hoy, especialmente renacida como Afrodita, me siento mala de acostarme. Para todas las bad women del mundo este ramillete de semejantes.


Fuimos las chicas malas

Asustamos a los vecinos
y escandalizamos a las señoras
que salían de misa.
Siempre de negro
para diluirnos entre las sombras
y desaparecer de los espejos.

Tomábamos coñac
en tardes infinitas
mientras el jazz nos cubría
escurriéndose luego
por los poros.
Disfrutábamos la hierba
ocasionalmente
sin compulsiones
sobre todo cuando queríamos
abrir los ventanales del cielo
acostadas sobre el pavimento
de nuestra ciudad amable
y mirar infinitamente las estrellas.

Hicimos de nuestros cuerpos
una fiesta.
Cursamos invitación
sólo a los iniciados...

Arabella Salaverry