jueves, 16 de abril de 2009

No te salves

"La muerte de Lady Jane Grey" P. Delaroche

Cuando entré en la sala sólo la vi a ella. Y no por el tamaño del cuadro, ni por el blanco inmaculado del corsé de satén. No me estremecí por las damas de compañía que, a diferencia de mi, no quieren ver la escena. Ni siquiera miré casi impasible como lo hace el verdugo.

Me cautivó el apoteosis de la fragilidad femenina que despierta compasión. Sobre todo cuando sabes que Lady Jane Grey fue ejecutada al aire libre, que caminó estoicamente hacia su muerte, y que sus damas seguramente no derramarían más de unas cuantas lágrimas en su cadalso.

Nos enseñan a ser fuertes, como ellos, a caminar con paso firme, también; pero yo soy débil. Confieso que muchas veces me derrumbo , me retuerzo por dentro, mis pasos son inseguros y mi mirada líquida. Por eso me identifiqué con esta versión que hizo Paul Delaroche de la ejecución de Lady Jane Grey, porque era una mujer, no una reina.
NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.
Pero si pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti

domingo, 5 de abril de 2009

La forma de querer tú

"L´amour fou" A.M Charris

Me tienes escondida, acurrucada en postura fetal, en el hemisferio izquierdo de tu cerebro. Cuanto más te empeñas en expulsarme, más se aferra a mí tu pensamiento. Volteas tu cabeza para ponerlo todo al revés, pero te equivocas, porque cada vez que hueles el mar, me imaginas jugando con las olas. Cuando subes una montaña, lo primero que oteas es mi horizonte. Cuando escuchas una canción, imaginas que escribiste su letra para mí. Y cuando desciendes a los infiernos buscas, en el fuego, el calor de mis besos.
No miras hacia atrás por miedo a que sea verdad la pesadilla que llevas dentro.

La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.

Pedro Salinas en "La voz a ti debida"